martes, 17 de agosto de 2010

La diversidad bajo sospecha

Me gustaría comentar un texto con el cual me reencontré hace unos días, escrito por Carlos Skliar y Silvia Duschatsky, “La diversidad bajo sospecha”, en el cual ambos autores reflexionan sobre los diferentes discursos sobre la alteridad y sus implicancias en la educación.

Nombran tres formas en que estos discursos han tenido lugar en el pensamiento moderno y posmoderno, correlacionándolos en el sistema educativo. Los invito a leerlos y a reflexionar críticamente cuántas de estas representaciones conviven o coexisten en nosotros, en la actualidad.

1- El “otro” como fuente de todo mal: La modernidad construyó estrategias para regular y controlar la diferencia: delimitando las perturbaciones, demonizando al distinto, estereotipándolo. El otro, diferente es depositario de todos los males, el que se equivoca, el que tiene las “fallas sociales”. Hay una regulación y control de la mirada que define quiénes somos nosotros y quiénes son “los otros”. Necesitamos al otro porque de ese modo podemos justificar quiénes somos, nuestras leyes, las reglas, la ética, la moral y hasta la estética. Porque si existe “el otro” podemos nombrar la barbarie, la herejía, la mendicidad y dicen, los autores, no ser nosotros mismos los mendigos, los bárbaros, los herejes. Se homogeneiza la cultura, y se las piensa como libres de diferencias. Y acerco esta frase que lo expresa tan claramente: “lo negativo es aquello que irrumpe para dislocar la aparente normalidad”.

En educación este mito impacta en la búsqueda de “normalizar”, homogeneizar los grupos de alumnos, construyendo una lógica binaria: lo deseable es lo legítimo y del otro lado, lo ilegítimo, lo “anormal”. Así se pretendió eliminar lo negativo, encauzarlo, rechazando estilos de vida diferentes, despojando de palabra al mal alumno, devaluar el lenguaje “no oficial”.

2- El “otro” como sujeto pleno de un grupo cultural: desde esta perspectiva se piensa a cada cultura como un reducto, como una comunidad homogénea y libre de toda relación de poder y jerarquía, una falsa convivencia. El mito es creer que cada una de estas culturas es armoniosa, equilibrada, como si en ellas no existieran las luchas de poder, las disputas. ¿No será acaso, la modernidad, un modo elegante desarrollado para silenciar diferencias y conflictos internos, para inhabilitar el diálogo cultural y disolver la construcción de identidades plurales?

En educación la entrada del multiculturalismo es una “entrada folklórica”, como una especie de “recorrido turístico de costumbres”. Se considera respetar la cultura de origen e integrar en la cultura huésped. Se ordena a la población escolar en mayorías vs minorías, lengua oficial y no- oficial, alta y baja cultura.

3- El tercer discurso es el pensar al “otro” como alguien a tolerar. La tolerancia es una necesidad, pero es también una virtud? La tolerancia nos exime de responsabilidades, de tomar posición, enmascara la desigualdad. Tiene un cierto parecido o aire de familia con la indiferencia. Es un pensamiento descomprometido, desapasionado.

Esta tolerancia en educación es naturalización, cierta indiferencia frente a lo extraño y comodidad con lo familiar. Se tolera, hasta que NO se tolera más.

Pero entonces, ¿Será imposible Educar en la diferencia?

Es imposible si pensamos que educar es “formatear al otro”, regular el pensamiento y la sensibilidad.
Estos autores nos invitan a pensar la educación como un “ponerse a disposición del otro”, de todo aquello que le haga posible ser distinto de lo que es, en algún aspecto. Una educación que apueste a recorrer un itinerario creativo, plural, sin patrones ni reglas rígidas, que promueva la construcción desde los acuerdos, pero también desde el disenso, desde una perspectiva intercultural.
“Los otros no son algunos otros, sino todos los otros”, porque “todos somos diferentes”.   Raquel López

2 comentarios:

Alicia P dijo...

En las instituciones educativas, históricamente formadas en el proyecto homogeneizador y homogeneizante que sirvió para formar nacionalidad, se instaló la diversidad. La alteridad se construye como diferencia de la mismidad. Desde el reconocimiento de mi propia persona y maneras de entender la vida surge el reconocimiento del otro, separado de mi, necesariamente distinto. La pregunta sería ¿hasta que punto somos flexibles, respetuosos, considerados con las naturales diferencias? Hay dos conceptos que Skliar utiliza: Hospitalidad/Hostilidad, haciendo referencia a la posibilidad de recibir, de acoger al huésped, que sea bien- venido, aceptado por los sujetos que componen la comunidad educativa con una actitud más democrática que, diferenciando roles y funciones, permite abrirse a la presencia de otro, con los mismos derechos e inquietudes
“(…)Renunciar a la soberbia del ‘yo te voy a enseñar’, fórmula que siempre trae velada una amenaza y anuncia la dependencia como condición de la relación, porque presupone, da a entender que sin uno, el otro nunca aprendería”. Frigerio, Graciela, Acerca de lo inenseñable, en Carlos Skliar & Graciela Frigerio, Huellas de Derrida. Ensayos pedagógicos no solicitados, Buenos Aires: Del Estante Editorial, 2006.

SilviaG dijo...

Dar respuesta a la diversidad significa romper con el esquema tradicional en el que todos los niños hacen lo mismo, en el mismo momento, de la misma forma y con los mismos materiales. La cuestión central es como organizar las situaciones de enseñanza de forma que sea posible personalizar las experiencias de aprendizaje comunes, es decir, como lograr el mayor grado posible de interacción y participación de todos los alumnos, sin perder de vista las necesidades concretas de cada uno.
La inclusión en educación implica la responsabilidad moral de priorizar a las alumnas y los alumnos en situación de riesgo de ser marginados y excluidos de la escuela, (ya se trate por discapacidad, condiciones sociales desfavorables, historia personal y familiar, características personales…) y/o de obtener magros resultados en sus aprendizajes, no alcanza con incluir a los niños y jóvenes dentro de la escuela. Toda acción de inclusión educativa, debería tener como fin primordial el logro de aprendizajes significativos y de calidad en los estudiantes. Esto supone no sólo la adquisición de contenidos “sustantivos” sino la capacidad de resolver problemas y aprender a lo largo de toda la vida.
Seamos críticos cuando las estadísticas y propagandas políticas hablan de mayor cantidad de niños en la escuela… los que nos encontramos con las aulas repletas de “otros” sabemos de la responsabilidad que esto implica…que no siga dependiendo del compromiso personal de cada docente.
“Que se vengan los niños….” Pero que nos encuentren capacitados y predispuestos a recibirlos con las mejores herramientas posibles.
Para profundizar sobre el tema recomiendo leer a Rosa Blanco, (Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense de Madrid y realizó estudios de doctorado en el Programa de Psicología Evolutiva y del Aprendizaje en la Universidad Autónoma de Madrid. Actualmente es especialista en educación inclusiva y educación y cuidado de la primera infancia en la Oficina Regional de Educación de la UNESCO para América Latina y el Caribe y coordina la Red de Innovaciones para América Latina y el Caribe, Innovemos. Anteriormente trabajó como asesora técnica del Centro Nacional de Recursos para la educación especial del Ministerio de Educación de España.).